LA CEGUERA DE DIOS
“Dios es amor, y el amor es ciego”.
Quiero partir de la premisa Dios es amor, y el amor es ciego es una de las frases que me ilustró una de mis estudiantes de la preparatoria. Al mencionarlo, la mayoría (casi todos) entendieron y dijeron que “si el amor es ciego, entonces, Dios es ciego”.
Para cualquiera que no haya estudiado las Leyes de contradicción de Mao Tse Tung lo entenderá como lo entiende la gran mayoría. Las Leyes de contradicción se basan en la Dialéctica, y uno de sus postulados es “la contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción”.
Si asumimos que Dios es un “ser” al que lo llamamos “amor” como sustantivo, pues, “el amor” se convierte o es un adjetivo. Eso pudiese implicar que Dios tiene el amor ciego. Entonces, la ceguera de Dios, es un amor incomparable. Dios ama al bueno, al malo, al ladrón, al trabajador, al rico, al pobre, a todos; es decir, ama sin distinción alguna, es un amor de ciego.
Por ende, podemos afirmar que la frase “Dios es amor, y el amor es ciego” es sumamente coherente en su sentido semántico.
Colección: Ensayos del amor
Wilson Sucari
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