viernes, 9 de octubre de 2015

ACERCA DE INCLUSIÓN Y EXCLUSIÓN EDUCATIVA

ACERCA DE “INCLUSIÓN Y EXCLUSIÓN EDUCATIVA”[1]

Wilson Sucari

PALABRAS PRELIMINARES
Qué puede ser una crítica sin ver la idiosincrasia y el mundo que rodea a uno. Mariátegui, con razón, reconoce que toda crítica obedece a preocupaciones de filósofo, de político o de moralista donde uno debe renunciar la imparcialidad o agnóstica.
         Pero no quiere decir que considere el fenómeno literario o artístico desde puntos de vista extraestéticos, sino que mi concepción estética se unimisma en la intimidad de mi conciencia, con mis concepciones morales, políticas y religiosas, y que, sin dejar de ser concepción estrictamente estética, no puede operar independiente o diversamente[2].
A contrario sensus Echeida, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y razón de este ensayo[3], siente y tiene la potencialidad en el microcosmos, esto quiere decir,  que la concepción no es holística sino encasillada dentro de un marco sistémico específico, a lo que Popper llamaría tecnólogo social. En su parte Boot y Ainscow aluden que la inclusión educativa vendría a ser en su raíz, la tarea de promover cambios educativos sistémicos para llevar nuestros valores declarados a la acción[4].
         En este ensayo en principio, como parte general del tema, me ocuparé de la problemática social para luego encasillarme en el microcosmos de la problemática educativa. Vale decir, primero de Exclusión social y por último lo de la educación.

Primera parte

“QUEBRANTO”

En el discurso no es raro detectar el “empobrecido sur”, término usado por los físicos sociales desde hace mucho tiempo y en su mayor realce en la actualidad Boaventura de Sousa Santos. Él dice:
El Sur es, pues, una metáfora del sufrimiento humano 
sistemáticamente causado por el colonialismo 
y el capitalismo. 
El Sur es, pues, una metáfora del sufrimiento humano sistemáticamente causado por el colonialismo y el capitalismo. Es un Sur que también existe en el Norte global geográfico, el llamado Tercer Mundo interior de los países hegemónicos. A su vez el Sur global geográfico contiene en sí mismo, no solo el sufrimiento sistemático causado por el colonialismo y por el capitalismo global, sino también las prácticas locales de complicidad con aquéllos. Tales prácticas constituyen el Sur imperial.”[5]

Como sinónimos de los términos Norte y Sur conforme al texto algunos autores lo denominan: opresores y oprimidos[6], y con eufonía en la actualidad procuramos llamar Incluidos y excluidos, respectivamente.
La historia científica de las sociedades hasta la actualidad nos demuestra que La historia es la Historia de las luchas de clases. Los hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, etc.[7] De todas ellas siempre la lucha terminó con la transformación revolucionaria o el hundimiento de las clases beligerantes.
Echeida, con justa razón, clama que durante el tiempo de lectura que dure su artículo en múltiples lugares del empobrecido sur [estos son los oprimidos o excluidos], muchos niños y niñas morirán como resultado de haber contraído enfermedades curables o simplemente de hambre y sed. Y las que sobrevivan en contextos sociales de la pobreza y marginación serán igualmente pobre en recursos.
Ahora, nos preguntamos ¿quién solucionará los problemas patentes que atraviesa la sociedad? ¿Serán los opresores o los oprimidos? ¿Acaso hasta este nivel de preguntas la mayoría llegamos y nos desmontamos? Pues, el desmonte inmediatamente nos inserta al microcosmos, obviando así el problema fundamental del caso.
Sin embargo, como ya es seguro, por ahora, me insertaré al microcosmos sin antes manifestar tres premisas fundamentales [del porqué del sur antiimperial] expuestas por B. de Sousa Santos: primera premisa “no habrá justicia social global sin justicia cognitiva global” los procesos de opresión y de explotación, al excluir grupos prácticas sociales, excluyen también los conocimientos usados por esos grupos para llevar a cabo esas prácticas. A esta dimensión de exclusión Boaventura lo llama EPISTEMICIDIO. Segunda premisa “tal como en el inicio, el capitalismo y el colonialismo continúan fundamentalmente entrelazados, aunque las formas de articulación hayan variado durante el tiempo”. El fin del colonialismo formal, o político en stricto sensu no significó el fin del colonialismo social, cultural y, por lo tanto político en lato sensu. El proyecto colonial continúa hoy en vigor bajo nuevas formas y puede incluso afirmarse que su articulación con el capitalismo global nunca fue tan intensa como ahora. Tercera premisa “prácticas del conocimiento que permitan intensificar la voluntad de transformación social”. La identificación de las relaciones desiguales de poder-saber que subyacen a las epistemologías del norte. Éste último propuesta recientemente por Pablo Gonzales Casanova en su libro Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política.[8] 

El porqué de la inclusión
El enriquecido norte [estos son los opresores] –dice Echeida-, mantienen este estado de cosas, no cejará.[9] Y como consecuencia traería el quebranto para otros niños, niñas o jóvenes, etc. [estos últimos son los oprimidos, los del empobrecido sur.]
¿Qué quiere pues el opresor? ¿Acaso no quiere que el empobrecido sur se mejore? Con razón –Freire, afirma:- “Los opresores, falsamente generosos, tienen la necesidad de que la situación de injusticia permanezca afín de que su ‘generosidad’ continúe teniendo la posibilidad de realizarse. El ‘orden’ social injusto es la fuente generadora, permanente, de esta ‘generosidad’ que se nutre de la muerte, del desaliento y la miseria.”[10]
Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad a causa de nacionalismos, de gobiernos populistas, de chauvinismos, extremismos, racismos, fascismos, nacismos, etc. en diferentes países del globo los gobernantes o los de las clases de poder no más inventaron que a la economía unipolar del mundo, para su perfección, les faltaba la inclusión de los que fueron y de los que son  excluidos, empobrecidos, marginados.
Sin embargo, en muchos países como en los casos de Europa funcionó de manera negativa creando así el proteccionismo que como consecuencia trajo la ‘crisis europea’.  “En caso de Perú en la última década la pobreza disminuyó fue un éxito en toda Latinoamérica. Los programas sociales inclusivos han contribuido muy poco. La mejora se dio al aumento de la productividad, al libre mercado y a la estabilidad de la misma.[11]
A manera de conclusión, de esta parte, tenemos que creer que la inclusión no debe ser entendida ni practicada como apoyo social, favoritismo o ayuda a las masas sociales sino como el reconocimiento de las facultades inherentes para hacer legítimamente lo que conduce a los fines de la vida del ser humano en su conjunto, es decir, entendida como el reconocimiento de sus derechos.
La inclusión educativa como parte de la inclusión social, es un DERECHO como bien reconoce Bonal y Tarabini.  Sin embargo, detrás  ello tenemos que reconocer que siempre está la superestructura  de las relaciones de sociedad que son las relaciones de producción que condicionan su desenvolvimiento como tal.
“Todas las reformas planteadas fuera del contexto económico-social están, por eso, condenados al fracaso o tienen impacto solo en aquellos aspectos coincidentes con el proceso real de la sociedad. Para decirlo en palabras de Mariátegui, ‘nunca han acertado a reformar nada sino en la medida de las leyes económicas y sociales que han consentido’.”[12]

Segunda Parte
Formas de exclusión educativa
Seguimos que el quebranto de la exclusión. Castell, certeramente, clasifica tres formas de exclusión: “1) Sustracción completa de la comunidad: que consiste en la deportación hacia afuera. v.gr. destierro, matanza [este último según el autor representa la última forma de política de exclusión]. 2) Construcción de espacio cerrados en el seno de la comunidad, pero separados de esta son los manicomios, las prisiones, los guetos, las leproserías… 3) Dotación a ciertas poblaciones de un estatuto especial   que les permite coexistir en la comunidad (no se les encierra ni se les coloca necesariamente en guetos pero que les priva de ciertos derechos y la participación en las diferentes actividades sociales…”[13]

¿Qué se puede hacer para combatir quizá estás formas de exclusión? Pues, siento la impotencia en que cabalmente se pueda revertir. Sin embargo, John Dewey decía que cuando trata sobre los requisitos de fines e ideales  para la educación. Estás deben cumplir tres requisitos:
El primero consiste en que el fin-ideal sea real; es decir, que sea una condición de las consecuencias existentes. Debe basarse en una consideración de lo que ya está ocurriendo. Muchas teorías pedagógicas  adolecen de este requisito y elaboran fines ideales extraños a la estructura concreta de la situación. Por eso aconsejaba Ressig en Argentina que, cuando sea necesario decidir qué educación o fin ideal corresponde a un pueblo, ‘ha de comenzarse de qué pueblo se trata’. 
El segundo requisito es que el fin ideal no debe ser absoluto, rígido, planteado de una vez para siempre, sino que debe estar sujeto a variación, ser susceptible de evolucionar, según varíen o no las circunstancias que le dieron origen, o según que se aclaren las dificultades o errores que su mismo planteamiento futural entraña. “El fin tal como primeramente emerge, es un mero bosquejo aproximado. El acto de tratar de realizarlo prueba su valor… el fin, en suma, es experimental, y de aquí que se desarrolla constantemente a medida que se apruebe en  la acción”.
El tercer requisito es que todo fin debe representar siempre una liberación de actividades… la terminación o conclusión de algún proceso.[14] 
Siguiendo los requisitos que ilustra el autor citado, la inclusión educativa no es una utopía, pues tiene sus antecedentes, fines reales y en la mayoría de los países existen las condiciones.
Su principal antecedente se encuentra ya “en el siglo XIX en Estados Unidos, Alemania y Francia, donde principalmente se crearon escuelas especiales para los niños con discapacidades, como ciegos y sordos”.[15] Y en la actualidad en se encuentra pleno aplicación en Europa y en algunos países de América Latina.
 “Zoller et al. (1991) Estudió mil escuelas estadunidenses y halló que aquellas cuyas prácticas escolares inclusivas eran eficaces presentaban siete elementos en común: liderazgo visionario, colaboración, evaluación orientada, apoyo al personal escolar y los alumnos, recursos económicos, participación activa de los padres, y adaptación curricular y prácticas efectivas.”[16]
“VOZ”
Creo que hasta ahora el pedagogo consciente tiene cierta responsabilidad integral en el liderazgo de las prácticas inclusivas. Pues como dice Echeida “Para enriquecer y situar propiamente el diálogo y liberación sobre todo ello, es imprescindible recoger y amplificar   la voz de todos los implicados en estos dilemas, pues si de alguna forma intervienen en ellos, también todos deben ser parte de su resolución. Pero entre las voces a considerar es urgente empodera y dar protagonismo a las más débiles [a los del sur a los oprimidos], las de lo menos escuchados y más marginados –los propios niños y jóvenes vulnerables-.”[17] 

NOTAS



[1] El entrecomillado pertenece a Gerardo Echeita Sarrionandia: (2013) Inclusión y Exclusión Educativa. De nuevo “voz y quebranto”. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambo en Educación – REICE.
[2] J.C.M. (2005) 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Ediciones pescadito S.R.L. pág. 234
[3] Gerardo Echeita Sarrionandia (2013) Inclusión y Exclusión Educativa. De nuevo “voz y quebranto”. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambo en Educación – REICE.
[4] Ibídem p. 113
[5] Boaventura de Sousa Santos (2009) Una epistemología del Sur. Siglo XXI Editores S.A. de C.V. p. 12 -13
[6] Paulo Freire (___) Pedagogía del oprimido. San Santiago Ediciones S.R.L.
[7] Marx y Engels (1847) Manifiesto del partido comunista. Edición lenguas extranjeras Pekin. p. 32
[8] Barcelona Antropus/ UNAM, 2004
[9] Ibídem, p. 113
[10] En su libro Pedagogía del oprimido. San Santiago Ediciones S.R.L., p. 29
[12] ROJAS, MONTOYA, Y, MARTÍNEZ (2015) Repensar a Augusto Salazar Bondy. Homenaje a los 90 años de su nacimiento. Centro de producción Fondo Editorial – Universidad Nacional Mayor de San Marcos. p, 39  
[13] Ibídem, p, 101
[14] John Dewey (1963) Democracia y educación: Una introducción a la filosofía de educación. Editorial Losada, S.A. Buenos Aires. p, 107
[15] Meybol Calderón (2012) La inclusión educativa es nuestra tarea. Revista Educación Vol. XXI, N° 40. pp, 43-58 (la parte  cita  se encuentra en la página 46).
[16] Mel Ainscow (___) haciendo que las escuelas sean más inclusivas: Lecciones a partir del análisis de la investigación internacional. Revista Educación Inclusiva Vol. 5 N.° 1. p, 47
[17] Ibídem. p, 111

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